Sí, el vestuario importa
- Miranda's View
- 3 ene 2021
- 6 Min. de lectura
Actualizado: 4 ene 2021
Tal y como dice la Academy of Motion Picture, Arts and Sciences (la academia que entrega los Óscar de toda la vida), el vestuario comunica los detalles de la personalidad de un personaje a la audiencia y ayuda a que los actores puedan transformarse en personas nuevas y creíbles en la pantalla. Soy una ferviente defensora de que el vestuario mejora el grado en que se quiere contar y transmitir una historia.
Hay miles y miles de ejemplos de series y películas en las que el vestuario ha sido una pieza clave para su éxito. Hoy me quiero centrar en la última serie que he visto y a la que estoy enganchada desde el primer capítulo que vi, no solo por la trama, sino también por el vestuario: The Crown.
Si de normal el trabajo de diseño de vestuario para una película o una serie es especialmente difícil, imaginémonos lo complejo que es en el caso de que se tengan que recrear las vestimentas de la familia real británica a lo largo de su historia.
De esta tarea tan exigente se han encargado tres mujeres: Michele Clapton en la primera temporada, Jane Petrie en la segunda y, por último, Amy Roberts en la tercera y cuarta temporada.
A pesar de haber cambiado hasta en tres ocasiones de diseñadora, The Crown ha mantenido un perfecto equilibrio entre todas sus temporadas, de tal forma que es imposible captar las diferencias que puede haber en el trabajo de estas tres profesionales.
Primera temporada: vestuario histórico con matices
Durante la primera temporada, asistíamos a la vida de Isabel II entre los años 1947 y 1955. La reina todavía era joven y eso se reflejó perfectamente en el vestuario. Clapton ha comentado que revisó los archivos históricos y revistas de la época para intentar aportar el máximo realismo a la serie. Sin embargo, aunque la serie cuenta con réplicas exactas, Clapton se permitió dar un par de toques y matices a algunas de las vestimentas que los personajes lucían en eventos privados.
Sobre el famoso vestido de coronación de la reina Isabel comentó: “El original fue icónico en su momento, así que tienes que modificarlo ligeramente para que el espectador de hoy lo entienda. Cuando trabajas en una producción de época como The Crown, aunque te fijes en los diseños originales también tienes que ‘traducirlos’ para que la mirada actual pueda entender los personajes”.
Cuando le preguntan por la pieza más complicada, Clapton afirma que es el vestido de boda de Isabel II, pues su enlace con Felipe fue tan documentado que era especialmente relevante que el vestuario fuese lo más similar posible. Costó 33.000€ crear la réplica y conllevó seis semanas de trabajo.
A pesar de que el vestuario está perfectamente calcado, únicamente se utilizaron unas pocas réplicas, principalmente para recrear los eventos más conocidos, gran parte del vestuario son diseños de la propia Clapton y de su equipo. Y es aquí donde la diseñadora demuestra lo buena que es: consigue a través de un diseño propio transmitirnos cómo es cada personaje, su esencia propia. A veces, descubrimos más sobre los propios protagonistas a través de su vestuario que a través de sus propias palabras. Es especialmente relevante la diferencia de estilo que vemos entre las hermanas: la reina Isabel y la princesa Margarita. Esta última es mucho más moderna y arriesgada que su hermana, mientras que Isabel prefiere no saltarse el protocolo y apostar por lo seguro.
Segunda temporada: una Isabel más madura
La segunda temporada nos habla de una Isabel más madura, entre los años 1956 y 1964. Jane Petrie tomó las riendas del vestuario en esta ocasión. Los años pasan y con ellos las modas. Por eso, y teniendo en cuenta que nos adentramos en los años 60, Petrie reflejó excelentemente cómo la moda iba cambiando. Los vestidos eran más ajustados y resaltaban más la silueta. Esto se puede ver especialmente en la aparición de Jackie Kennedy en un episodio de la serie, en el que, por cierto, se ve una clara diferencia de estilo entre Kennedy y la reina Isabel II.
Para esta segunda temporada, se confeccionaron unos 500 vestidos. La propia diseñadora ha contado que usaba sutiles cambios de color para contar las historias de los personajes.
Tercera temporada: llega el color
Llegamos a la tercera temporada, que corre a cargo de Amy Roberts y que abarca el periodo de los años 1964 a 1977. Como consecuencia del paso del tiempo, los actores que vimos en las dos primeras temporadas son remplazados por otros de mayor edad. Así, dijimos adiós a una brillante Claire Foy y dimos la bienvenida a Olivia Colman como Isabel II. Ambas están impecables en la serie.
La mayor diferencia entre la temporada anterior y esta en cuanto al vestuario es el color. A pesar de que ya empezábamos a ver a una familia real algo más colorida, no es hasta esta tercera temporada cuando asistimos a una explosión de colores, propia de los años en los que se ambienta esta temporada. Roberts los utilizó principalmente para acentuar las diferencias entre cada miembro real.
Personalmente, en esta tercera temporada, me quedo con el momento de la coronación del príncipe Carlos. Roberts consiguió recrear de manera prácticamente exacta los outfits de cada uno de los miembros de la familia real de forma asombrosa. Según mi opinión, en este evento fue la princesa Margarita la que más acertó al elegir conjunto. En este caso, Isabel lució un abrigo de seda amarillo y un vestido a conjunto, diseñado por Norman Hartnell (en quien la reina ha confiado en numerosas ocasiones). A pesar de que el vestuario elegido por Isabel para ese día no es santo de mi devoción, creo que iba muy en su propia línea y resultaba hasta elegante. Sin embargo, el error fatal llegó con su elección de sombrero. Todo un desacierto.
Cuarta temporada: el reto de recrear a Diana
La cuarta temporada (y última estrenada hasta la fecha) también corrió a cargo de Amy Roberts. Si en la tercera temporada ya había hecho un maravilloso trabajo, en la cuarta temporada termina de lucirse.
Todo el mundo esperaba con ansia el estreno de esta temporada, principalmente porque introduciría a la princesa Diana. Y seamos realistas, si hay alguien que consiguió humanizar un poco a la familia real británica, fue Diana Spencer. Las cosas como son.
Roberts tenía un enorme reto en sus manos: recrear el icónico estilo de Lady Di, del que ya sabrás que soy una gran admiradora. Si te interesa saber más sobre él, puedes leer la entrada ‘Eterna Diana’ del blog.
Superó el reto con creces, en especial con la creación del vestido de boda de la princesa de Gales. En una entrevista con Los Angeles Times, Roberts contó que ella y su equipo tuvieron que pedir permiso a los diseñadores del vestido Elizabeth y David Emanuel para poder recrearlo para The Crown. David llegó a compartir alguno de los diseños originales y recomendó a Roberts que no se obsesionara con los detalles, sino que intentara divertirse cuando creara la réplica.
Aparte de Lady Di, Margaret Thatcher también debutaba en esta cuarta temporada. Siempre fiel a su estilo, la Dama de Hierro confiaba mucho en los tonos azules, faldas plisadas, perlas y en su bolso Launer. Una curiosidad: su gusto por estos bolsos es algo que tenía en común con la reina, quien constantemente los lleva.
Aunque me haya centrado en los principales personajes femeninos, los trajes que Felipe o el príncipe Carlos llevan son muy elegantes y correctos y muy fieles a la realidad.
Esta serie y las tres diseñadoras de vestuario han demostrado que sí, que el vestuario importa. Y mucho, ya que es la primera impresión que la audiencia tiene de un personaje, incluso antes de que abra la boca. Porque a pesar de que está impecablemente escrita y de que los actores no pueden estar mejor elegidos, el vestuario juega un rol fundamental. Seas o no amante de la moda, en cada episodio es inevitable fijarse en los vestidos, en los trajes, en las joyas y en los detalles y mensajes ocultos que los personajes transmiten cuando llevan un color u otro.
Si no has visto ya The Crown, ¿a qué esperas?
Imágenes: © Getty Images / Netflix / Des Willie / Alex Bailey / Topical Press Agency / HistoryVsHollywood
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